Frade y la fotografía: retrato del puertorriqueño por : Mariel Quiñones Vélez
Frade y la fotografía: retrato del
puertorriqueño
Ramón Frade León (1875-1954) es un
artista puertorriqueño que se destacó por sus múltiples facetas: pintura,
arquitectura, ingeniería, agrimensura, diseño y fotografía. En todas ellas dejó
una significativa huella: impartió a la arquitectura de Cayey un carácter
práctico y democratizador, ayudó a conformar su mapa territorial, documentó su
faz y sus habitantes y tomó a estos como objetivo fundamental de su creación
artística. Gracias a la reciente labor
de catalogación y digitalización del legado Frade y su consistente estudio,
corresponde un análisis de uno de sus quehaceres menos conocidos: su producción
fotográfica, en vías de establecer su alcance en ese medio, así como en
relación a su práctica artística y al contexto histórico-social en la que ésta
se produce.
Frade realiza su obra fotográfica en
el periodo a partir de la última década del siglo XIX hasta mediados del siglo
XX. Se conservan alrededor de 600 fotografías del artista en nuestro Museo y en
colecciones particulares. Aunque Frade practicó la fotografía desde muy joven y
a lo largo de su vida, su producción fotográfica se mantuvo fuera del
conocimiento público debido a que ésta no se prestó a la comercialización. Para
Frade la fotografía va a ser tanto soporte para la creación pictórica como un
medio de documentación y expresión creativa.
Frade pertenece a la tradición de
pintores del siglo XIX que se acerca a la fotografía para crear imágenes que
traducen modos de representación y técnicas del arte pictórico. Se convierte en
creador de imágenes cuando sobrepasa
el tratamiento de la fotografía como un medio para la reproducción directa de
la realidad y la utiliza como recurso mediante el cual desarrolla conceptos y
símbolos, tendencia observable en sus retratos del tipo popular rural realizados
en el estudio. El valor de su fotografía se circunscribe a su participación en
la elaboración de una identidad visual del puertorriqueño de la primera mitad
del siglo XX, gestión que asumen los pintores del periodo y entre los cuales
Frade será pionero al introducir la fotografía en dicho proceso.
Inicios fotográficos
en Santo Domingo
Cuando Ramón Frade León nace en
1875, hacía 36 años que la fotografía había incursionado como uno de los
inventos más significativos del mundo moderno. Desde su invención fue
inevitable que los artistas no se enfrentaran con su propia obra sin conocer en
cierta medida el nuevo medio de expresión visual. La fotografía se había popularizado y
comercializado en Europa y América cuando llega a Puerto Rico a mediados del
siglo XIX, por vía de fotógrafos españoles y norteamericanos que transitan o se
establecen definitivamente en la Isla. Uno de estos, procedente de Asturias y
radicado en Cayey es Ramón Frade Fernández, padre de nuestro pintor. Frade
Fernández fallece en el 1877 pero su benjamín Ramón de apenas dos años de edad,
se mantendrá apegado a la memoria de su progenitor. La desgracia familiar
conllevará la adopción del niño por un comerciante español y su esposa dominicana
así como su pronta traslación a España y luego a Santo Domingo. Frade habrá de
conservar dos obras creadas por su progenitor, una fotografía y un dibujo
alegórico de estilo trompe l’oeil
(1857). La fotografía es el retrato de doña Marcelina Warren, madrina del
artista, realizado hacia 1875. Esta
fotografía revela las dotes del padre como dibujante y su dominio de la técnica
fotográfica. En ella, el fotógrafo realiza, directamente sobre el negativo
fotográfico, el dibujo de un marco con ornamentación de flores y efecto de
sombras que yuxtapone en el negativo del retrato convirtiendo el marco en parte
de la fotografía misma. Atesoradas por Frade desde su niñez, las obras del
padre demuestran una factura impecable e inclinación al detalle que seguramente
alimentaron en el incipiente artista una profunda admiración por su progenitor;
ésta se manifiesta cuando a los quince años de edad, Frade realiza su primera
obra de retrato, Mi padre enfermo
(1890), pintada al óleo sobre un retrato fotográfico con la imagen de su padre.
Además de la influencia paterna,
Frade afianzará su relación con la fotografía durante su adolescencia en Santo
Domingo. Le alentará en el medio fotográfico el reconocido fotógrafo y artista
dominicano Julio Pou (1862-1940), quien ostentaba la distinción de fotógrafo
oficial del presidente de la República. Su trabajo será muy influyente en los
inicios fotográficos de Frade, quien se aficiona al hábito de su mentor de
retratar edificios y detalles arquitectónicos de la ciudad[i]. Además, Frade trabaja en el 1894 como
retocador de negativos en el taller de Pou, donde también hubo de aprender
técnicas de iluminación de fotografías mediante la aplicación de colorido
transparente a retratos en blanco y negro o sepia, práctica que satisfacía el
gusto predominante y cuya demanda vino a reemplazar en gran medida los encargos
por el tradicional retrato pictórico, bien en miniatura, sobre marfil, o sobre
lienzo y tabla.
Las tomas de Frade de los edificios de Santo
Domingo, único ejemplo de sus fotografías más tempranas, reflejan su integración a la práctica
dominante en el siglo XIX de registrar las estructuras que definen el perfil de
la arquitectura oficial de la ciudad. Estas fotografías tempranas aunque
muestran los desfases técnicos de la experimentación con una cámara, así como
la incipiente capacidad en el manejo de varios de los elementos fotográficos
que caracterizan al profesional en dicho arte, revelan sin embargo su
sensibilidad y conocimiento de los rudimentos de la composición artística donde
sabe enfatizar el balance y la proporción de las formas. En la fotografía de la
Puerta Mayor de la Catedral Metropolitana,
por ejemplo, crea un eco de formas entre el frontón de la catedral y el detalle
de un muro en el plano inmediato al observador que establece una relación
geométrica entre ellos, esto, junto al enfoque en el muro del primer plano, nos
remiten a la incipiente capacidad o sensibilidad estética del fotógrafo.
La fotografía
documental, una mirada honesta al entorno
La experiencia formativa en Santo
Domingo es fundamental en el curso que tomará la trayectoria artística de Frade
en Puerto Rico. Cuando se establece definitivamente en Cayey en 1902, Frade
comienza su reconocimiento del lugar natal; busca apropiarse y conservar la
imagen de su lugar de origen, captando con la cámara, lo distintivo y cotidiano
del Cayey de sus antepasados. Realiza un copioso registro fotográfico de la
comarca cayeyana, paisajes y habitantes a lo largo de las primeras tres décadas
del siglo XX, transitando así en el terreno de la antropología social.
Retrata allí edificios oficiales
como la Iglesia Parroquial, el Cementerio y el Hospital Santa Lucía así como almacenes
de tabaco. Recoge vistas de calles en el casco urbano y las entradas a
barriadas aledañas. Tal iniciativa de Frade por levantar fotográficamente el
perfil arquitectónico de Cayey, es afín a la producción documental del siglo
XIX iniciada en Europa y extendida hasta América. En Puerto Rico, a partir de
1870 se identifican los primeros ejemplos de fotografía documental en materia
de arquitectura y espacio urbano, e incluso llegarán a compilarse en
publicaciones tipo álbum. Las fotografías de Frade son comparables a las
realizadas por fotógrafos de fines de siglo XIX como Molina, José P. Camy, Eduardo
López Cepero y Feliciano Alonso, autores respectivamente de Colección de vistas de la ciudad de San
Germán (1878), Álbum Ponce Pintoresco
(1881), Álbum de Vistas de San Juan (ca.
1885) y el Álbum de Puerto Rico (edición
póstuma de 1904).
En
Puerto Rico Frade será pionero de la fotografía del espacio rural, y heredero
de la tradición fotográfica de documentación social[ii].
Frade retratará en los primeros años del siglo XX la fisonomía física y moral
del jíbaro, su actividad doméstica, domicilio y faenas de subsistencia. Realiza vistas de la geografía
regional, retrata valles y colinas y el uso de la tierra para actividades agrícolas.
Destaca en su acervo fotográfico la figura del bohío en las colinas cayeyanas y
vistas de los caminos vecinales por los que transitan a pie los
campesinos. Es de particular interés la
serie de fotografías sobre el trabajo de recogido y siembra de tabaco. Frade
fija la imagen de estos trabajadores inmersos en su labor y otros se detienen
para posar para el fotógrafo. En estos retratos Frade trasciende la descripción
para revelarnos la verdad sicológica de estos jíbaros.
Su registro fotográfico del entorno y fisonomía
del jíbaro responde no sólo a su comunión con las ideas de la escuela realista
en las que lo retrata en su circunstancia concreta, sino también se empeña en presentarlo
como símbolo de valores telúricos y afirmación de la identidad puertorriqueña.
Los artistas y literatos de ese periodo también convertirán la figura del
jíbaro en el emblema de esa identidad. El sentimiento de auto-conservación
llevará los artistas puertorriqueños a crear imágenes significantes de la naturaleza puertorriqueña, a
través de los cuales los nativos de esta Isla lograran una relación más
profunda y cabal con sus esencias”. [iii]
La fotografía también fue una
herramienta de colonización que trajo a la Isla una pléyade de fotógrafos
militares antes y durante la invasión estadounidense de 1898. Es interesante
ver como Frade se convertirá en la contrapartida de éstos. A diferencia del
sentimiento de afecto y sensibilidad que guía el trabajo de Frade, la
fotografía de los aludidos fotógrafos militares (con o sin uniforme) tendrá
primeramente un objetivo subrepticiamente militar en la documentación
geográfica, y luego propagandístico, cuando se desarrolla como producto de
exportación que persigue justificar el proyecto colonial y demostrar el
potencial económico del nuevo territorio. Para esto se editan un sinnúmero de
libros ilustrados entre los que se destaca Our Islands and their People (1899) cuyas fotografías muestran a los habitantes del archipiélago
caribeño como un inventario descriptivo, pero realizado por alguien que
desconoce el objeto que mira y que, por serle extraño, refleja prejuicio y
equívoco en la descripción de las imágenes.
La fotografía documental en la Isla
también va a estar comprometida a la acción del nuevo gobierno colonial.
Intervienen en ello agencias americanas como la Farm Security Administration
(FSA)[iv],
que, con el objetivo de documentar su gestión contrató a fotógrafos que
asumieron la tarea de levantar el registro fotográfico más extenso e importante
de la vida rural en los Estados Unidos.
Pasados los años, uno de los fotógrafos de la FSA que llegó a la Isla
fue Jack Delano (1914-1997), quien arriba por vez primera a Puerto Rico en 1941
y habrá de documentar la vida de los campesinos y trabajadores puertorriqueños
en el periodo pre- y post- industrial de Puerto Rico.[v]
Antes de la FSA, la Puerto Rico Reconstruction Administration (PRRA)[vi]
agencia local creada por el gobierno federal en el 1935, también había
reclutado fotógrafos para documentar la actividad impulsada en las áreas
rurales del país en vías de mejorar la condición de vida del campesino. Los
fotógrafos de la PRRA apenas mencionados en la historia de este periodo, como
Francisco Delgado y Sexto Chevremont, entre otros, inducidos por su
sensibilidad e identificación con su entorno, también se asomarán al paisaje y
al campesino puertorriqueño en su faena, muestra de una afinidad con el trabajo
fotográfico iniciado por Frade.
La obra de Frade, aunque muy bien
puede apreciarse en conjunción con la fotografía documental tocante a la
primera mitad del siglo XX, trasciende su capacidad testimonial para
convertirse en imágenes con inherentes atributos estéticos. Su fotografía
mostrará aspectos pertinentes a la composición artística en la atención a
elementos como el balance, la línea, el punto focal, la proporción, la forma,
la luz y la sombra. Algunas de sus fotos nos remiten a los cánones de la
pintura académica. En la foto de un jíbaro con racimo de guineos la figura
tiene una pose relajada a manera de un contrapposto
clásico y una posición focal y simétrica con relación al paisaje que le
proporciona cierta prestancia jerárquica a la figura, lo cual se proyectará en paralela
relevancia a la imagen del jíbaro en su pintura El Pan Nuestro (1905). En
otra vista fotográfica de una poza con la Iglesia de Cayey en la lejanía
destaca la multiplicidad de planos con
un punto focal distante y enmarcado por un profuso follaje que crea una riqueza
de tonos, formas y perspectiva que la asemejan a una pintura y que precisamente
Frade copia al óleo añadiéndole unos bañistas. Igualmente la escena de unos
jibaritos sentados en unas piedras bajo los árboles es una evocación bucólica en
la que evidentemente intervino en su concepción un referente o asociación
pictórica. Ello confirma el aserto de
que algunas de las tomas fotográficas de Frade guardan una estrecha relación
con su pintura al advertirse que con ellas Frade entra en la tendencia
pictorialista de crear fotografías a la manera de un cuadro. Este entrecruce
entre fotografía y pintura estará presente desde los inicios del auge del medio
fotográfico con Frade como representante de esa tendencia en la producción
fotográfica de la época.
De lo convencional a
lo encarnado en el retrato
El género que con más fuerza habrá de potenciar las posibilidades de la
fotografía como un medio al servicio de las masas será el retrato. La
reproducibilidad del calotipo[vii], unido a la invención de la carte de visite facilitará la comercialización e industrialización de la fotografía.
La Isla recibirá este influjo del retrato con la llegada de fotógrafos
extranjeros, algunos ambulantes y otros que montan estudios fotográficos
durante la segunda mitad del siglo XIX. Los estudios operan inicialmente en las
principales ciudades del país, San Juan, Ponce, Mayagüez y San Germán, sin
embargo, entrado el siglo XX la mayoría de los pueblos contará con estudios
fotográficos. Los fotógrafos españoles que llegan a la isla durante el régimen
español como Feliciano Alonso, Heraclio Gautier y Rafael Colorado se anuncian
como fotógrafos de la Real Casa o de S.M. el Rey, un lema de distinción que
acreditaba sus habilidades en el medio. Afín al medio fotográfico a través de
su padre y de su experiencia en el taller fotográfico de Julio Pou en Santo
Domingo, Frade estará muy familiarizado con el trabajo de estos fotógrafos. No
es de extrañar que creara para sí mismo una extensa colección fotográfica de
retratos de su persona desde muy joven hasta su vejez, demostración de la
preocupación del artista por testimoniar su existencia.
Este contacto permanente con la fotografía de estudio habrá de influir
en parte de la obra fotográfica de Frade así como en su técnica pictórica.
Nuestro pintor realizará una serie de retratos de niños siguiendo los
convencionalismos propios de la época con los que en alguna forma rememora el
trabajo de su amigo Julio Pou, especialista en “retratti di bambini”. Los niños
retratados por él, vestidos de primera comunión o de graduación, evocan las
poses convencionales de su tiempo y muestran el juego con los fondos y
accesorios heredados desde los inicios de la fotografía cuando entonces era
necesario el uso de columnas y mesas que funcionaban como bastones debido al
largo tiempo de pose necesario en la exposición.
La repercusión más distintiva de la retratística del siglo XIX en la
obra de Frade, es la relación entre fotografía y pintura. Dicha relación se
caracteriza por la tensión y dilema provocado por el pensamiento de que la
fotografía podía revelar una verdad que la pintura jamás podría transmitir.
Esto responderá a la obsesión entonces vigente en la
idea del realismo pictórico: la verosimilitud
por encima de la óptica y creatividad del artista. Este conflicto se matizará
en el 1858 cuando los pintores miniaturistas afectados por la aprehensión
popular hacia el nuevo medio comenzarán a pintar directamente sobre una base
fotográfica y tendrán que dedicarse al
retoque de fotos para ganarse la vida. “Resultaba inevitable que la lente,
aunque fuera por razones económicas, acabase sacando ventaja al pincel cuando
se trataba de sacar parecidos.”[viii] Sin embargo ese parecido sólo podrá ser incrementado por el color del
pincel. Se pretenderá entonces un equilibrio entre ambos medios, el sometimiento de un medio de expresión visual a las posibilidades de
otro. Es esta la época del fotógrafo-pintor,[ix] quien empleará las técnicas de la foto-pintura (pintura sobre
fotografía) y las aguatintas para infundirle cualidades pictóricas a la
fotografía, orientada así a la sublimación de la imagen. El estudio del dibujo y la pintura
se consideraba casi de rigor
entonces para la formación de un buen fotógrafo. Los retratos que realiza Frade pintados
sobre fotografías y su trabajo como retocador de negativos lo integran a esta
corriente.
Al margen de todo esto, Frade asumirá un compromiso con el retrato del
tipo popular rural que se convertirá en su aportación más significativa al arte
puertorriqueño. La verosimilitud y honestidad con que Frade retrata al
campesino en el ambiente natural en su temprano proyecto de documentación
social, le hará crear dentro de su taller un catálogo de imágenes de tipos
populares que propiciarán vuelo a su capacidad artística y vena creadora. Los
retratos de tipos populares que Frade hace en su taller parten de la
encarnación, de la construcción del artista de una tipología popular del
puertorriqueño. Frade emancipa el retrato de su carácter sociológico para
impartirle un carácter simbólico alusivo a su espacio en el arte. Estos tipos
populares rurales retratados en el taller en la década de 1940 y primeros años
de la década siguiente, no son propiamente lo que representan, muchos de ellos
son los vecinos de Frade vestidos y posados en una simulación o actuación
ideada por el artista. Los modelos asumen el rol de actores, dramatizan un personaje.
Con ello Frade alude a su rol de juventud como actor y escenógrafo de teatro en
Santo Domingo[x]. La imagen de estos jíbaros recreados por Frade es epítome del retrato
que transforma
las personas en objetos que pueden ser poseídos simbólicamente.[xi] Estos tipos populares
simbolizan una época, una condición de vida, un sentido de dignidad, una
identidad, un lugar y todo el andamiaje de significados que han crecido en la
persona que les observa. Esta construcción foto-gráfica del tipo popular rural
será única en la historia del arte puertorriqueño.
Arte y fotografía
En el 1859 el poeta francés Baudelaire dictaminó que la función de la
fotografía debía ser la de “servir de criada a las ciencias y a las artes”. Esta
postura no cambia mucho durante la época, C.R. Leslie, biógrafo del pintor John
Constable señaló que el pintor podría aprender mucho de la fotografía si la
usaba como un “medio para intensificar el
contacto y conocimiento de las bellezas de la naturaleza, pero en cambio nada
enseñará si se utiliza como un simple medio de ahorrar trabajo”[xii]. La creencia en la precisión pictórica había
sido fomentada por una larga tradición de utilización de instrumentos ópticos e
ingenios mecánicos en la producción de obras de arte. No sería extraño que los
pintores de ese entonces comenzaran a utilizar la fotografía como una
herramienta más al servicio de la creación pictórica. Es así que la fotografía se convierte desde el siglo XIX en un medio de
apoyo para el pintor, aspecto que se revela en la producción de muchos artistas
europeos[xiii] así como lo hemos visto en Frade.
Además de su visión patriótica en la formación de una idea que entraña
la imagen del tipo popular rural puertorriqueño, proceso en el que emancipa la
fotografía de lo meramente descriptivo, Frade concibe estos retratos para
llevarlos a la pintura. La imagen fotográfica de estos modelos sirve como un
medio para sustentar la mirada racional de la figura y la forma que ha de
pintar. Heredero de la tradición del realismo decimonónico, utiliza la
fotografía para elevar y agudizar la percepción de lo que se ve. Frade piensa
que “pintar es dibujar con colores, y que dibujar bien es ver bien”,[xiv] esa racionalización de la práctica del dibujo lo dirige al uso de la
fotografía, pues enfocado en la preeminencia del dibujo en la pintura, la
fotografía crea una imagen impresa que le permite estudiar la figura sin perder
sus detalles y que facilita la reproducción veraz y precisión en el dibujo.
Frade sigue la consigna de que la fotografía es una ayudante del artista pero
sin menoscabo de la técnica y destreza que éste debe cultivar. Sigue postulados
como los del grabador francés Charles Meryon (1821-1868): “Las fotografías no debieran, ni pueden en
realidad, permitir al artista prescindir de bocetos. Las fotografías tienen
necesariamente que ayudarle mientras trabaja, guiándole, confirmándole,
sugiriéndole el carácter general de la realidad estudiada por él, y, con frecuencia,
también descubriéndole detalles menores que pudo haber omitido; pero nunca
reemplazarán a los bocetos hechos a lápiz.[xv]”
Es así que al usar la imagen fotográfica como el objeto que se observa, Frade
desarrolla una serie de calcos y estudios en dibujo algunos de los cuales
trabaja como obra terminada y firmada.
Es interesante el proceso de calco a
partir de la fotografía ampliada de los tipos populares retratados en su
taller. Estos calcos evidencian la sujeción del artista a la veracidad de lo
observado. Frade copia el delineado de las figuras calcando sus contornos y
también realiza los dibujos de éstos empleando técnicas de luz y sombra. [xvi]
Por otro lado, vemos a Frade realizando dibujos basados en las mismas tomas
fotográficas ampliadas, pero con líneas muy finas y efectos de difuminado
propios del dibujo a mano alzada, despejando cualquier duda de su habilidad
como dibujante. Lo peculiar en Frade es esta riqueza de modos diferenciados de
técnicas que van desde el calco, dibujos de sombras, acuarelas, pasteles y
pinturas de un mismo objeto y que definen su inclinación hacia la perfección y
racionalización del arte.
Las fotografías de Frade son
testimonio de un artista anclado en la tradición académica del siglo XIX pero
al mismo tiempo imbuido por la modernidad en el reconocimiento de su misión
social ante el presente y lo inmediato. Su práctica de la fotografía muestra la
conjunción entre arte y ciencia, lo
espiritual se une a lo mecánico. La
expresión de sentimientos y la evocación que transmiten sus fotografías están
ligadas al espíritu del Romanticismo pero a su vez su dedicación a la
fotografía como un medio para viabilizar el constante estudio de la forma a
través del calco y el dibujo, refleja su inclinación hacia el proceso
científico. En última instancia su
preocupación y búsqueda artística estará dirigida a la misión de crear los signos de la identidad puertorriqueña.
Una identidad vista desde el retrato del tipo rural que dominó la esfera
puertorriqueña de la primera mitad del siglo XX. Desde entonces nos miramos en ellos como
en un espejo.
[i] Como dibujante
del periódico El Lápiz Frade le
dedica una caricatura a Julio Pou en la que lo presenta como un hombre elegante
junto a su cámara y lo describe en un texto en italiano como especialista en
retrato de niños y detalles de
arquitectura y ornamentos de toda la ciudad de Santo Domingo
[ii] Los escoceses David Octavius Hill también pintor y Robert Adamson
entre el 1843 y el 1845 realizaron un ensayo fotográfico de la vida y trabajo
en la villa pesquera de Newhaven en medio de las preocupaciones por la
revolución industrial.
[iii] Torres
Martinó, José A. “El arte puertorriqueño de principios del siglo XX” en Puerto Rico Arte e Identidad, 1997.
[iv] La Farm Security Administration, creada en 1937 por el Departamento de
Agricultura de los Estados Unidos integra la serie de programas creados bajo la Política del Nuevo
Trato del Presidente Franklin Delano Roosevelt para contrarrestar los efectos de
la Gran Depresión de los años treinta del siglo XX. Las imágenes captadas por
los fotógrafos de la FSA trascienden los fines propagandísticos y se convierten
en las más emblemáticas del movimiento realista social del arte americano.
[v] Edwin Rosskam
(Munich, 1903-1985, New Jersey), fue otro fotógrafo que había trabajado en la
sección editorial de la FSA, quien contratado por el gobierno de Puerto Rico
para trabajar en la Oficina de Información de La Fortaleza creó un archivo
fotográfico siguiendo el modelo de la FSA.
[vi] Los propósitos de la PRRA incluían combatir el desempleo, mejorar las
condiciones de salud, educación, vivienda y el alumbrado eléctrico en las áreas
rurales y arrabales. La realidad del Puerto Rico de los años 30, quedan
plasmados en la colección fotográfica de la PRRA.
[vii] Proceso para la fijación de la imagen sobre una placa húmeda mediante
cualquiera de los tres haluros de plata sensibles a la luz= ioduro, bromuro o
cloruro. Guillermo E. Talbot fue el primero que utilizó en 1839 la técnica conocida
como calotipo mediante el ioduro de plata, pero lo hizo saber tres o cuatro
días luego de Daguerre haber informado públicamente su descubrimiento similar.
[viii] Scharf, Aaron.
Arte y fotografía, 1975. Edición
castellana, 1994, p.79.
[ix] Este término
lo emplea el historiador y biógrafo de Ramón Frade, Dr. Osiris Delgado, al
referirse al talento artístico que caracterizaba a los fotógrafos de esa época,
estos eran diestros en el dibujo y la pintura, facultades necesarias para el
trabajo de retoque.
[x] El Dr. Osiris
Delgado menciona que Frade introdujo en Santo Domingo la práctica del “cuadro
vivo”, un espectáculo de gran
popularidad en el siglo XIX en el que se presentaban situaciones y conjuntos de
personajes interpretados por actores en posición estática sobre un escenario. A
menudo, remitían a temáticas históricas,
alegóricas, religiosas o de todo tipo como
mera transcripción escénica de cuadros de pintores famosos. La escenificación
de inspiración pictórica habitualmente era acompañada de los efectos más
variados: pintura escenográfica de fondo, elementos escénicos corpóreos,
música, etc. Esta estética puede
considerarse una hibridación entre pintura y teatro.
[xi] Sontag, Susan.
Sobre la
fotografía, 1975. Edición castellana, 2006, p. 31
[xii] Scharf, Aaron.
Arte y fotografía, 1975. Edición
castellana, 1994, p. 80.
[xiii] Se piensa que
Ingres usó daguerrotipos para realizar retratos al óleo, mientras Delacroix usó
la fotografía para estudiar la figura humana. Otros pintores que emplearon la
fotografía fueron Courbet, Manet, Degas; en los Estados Unidos el pintor Thomas
Eakins incorporó el uso de la cámara fotográfica en el estudio del pintor así
como el también pintor Norman Rockwell retrataba en su taller escenas
cotidianas con niños que utilizaba como referente para su pintura.
[xiv] En carta
dirigida a Osiris Delgado el 19 de diciembre de 1937.
[xv]Scharf, Aaron. Arte y fotografía, 1975. Edición castellana, 1994, p. 116.
[xvi] El calco pudo haber sido parte de una técnica del artista para
transferir líneas al lienzo en su intención de ser fiel a las proporciones de
los objetos al trasladarlos al plano pictórico. Se conservan algunos
calcos de fotos de paisaje con las marcas de haber sido frotados con carbón en
el reverso del papel para lograr fijarlos a otra superficie.
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